Los hermanos Louis y Auguste Lumiere son universalmente reconocidos como responsables del primer avance comercial importante del cine, al combinar el dispositivo fotográfico y de proyección en una sola máquina, a principios de 1985. Este año se celebra el 120 aniversario del cinematógrafo de los hermanos Lumière, aparato que supuso el empujón decisivo para el nacimiento del cine como hoy lo concebimos.

Las primeras proyecciones de los Lumière tuvieron lugar el 28 de diciembre de 1895 en el Salón Indio del Grand Café de París, donde se presentaron históricas películas como La Sortie des usines Lumière.

En La Salida de los Obreros de la Fábrica, los hermanos Lumière lo único que pretendían era demostrar que era posible reproducir el movimiento en imágenes. Era el primer grano de arena, lo que nos llevó al nacimiento del cine como hoy se conoce. No obstante, para llegar al cine como hoy lo conocemos fueron necesarias otras muchas contribuciones, las cuales iremos analizando poco a poco en esta sección.

Los Hermanos LumiéreLa primera película de los hermanos Lumière, aunque supuso el nacimiento del cine, muy lejos queda de ser cine como tal, de contar con un lenguaje, con una narrativa. Se trata de un cine muy primitivo pero que sirvió, y esto es muchísimo, para que el cine naciera. Podríamos hablar de un embrión, del embrión de lo que años después y gracias a otras muchas contribuciones, se convertiría en CINE. Los hermanos Lumière no concibieron su invento como un negocio. Llegaron a decir, incluso, que el éxito y el interés que suscitaban sus proyecciones no eran más que una moda pasajera sin futuro y que, pronto, la gente se cansaría de su invento.

Sortie des usines Lumière, se constituye de un plano fijo delante de una fábrica con dos puertas, una más grande por la que salen los obreros. Existen varias versiones, en la más conocida, vemos a los obreros salir de la fábrica, ordenados, sabiendo hacia donde dirigirse, y vestidos con sus mejores galas, incluso hay alguno que mira a la cámara. Se nota que los obreros ya estaban preparados. Tras la jornada de trabajo, habían podido cambiarse y vestirse con sus trajes de domingo para salir de buen ver en la grabación.

Hay versiones anteriores en las que sale una carreta, en una de ellas, tirada por un caballo, y en otra, tirada por dos. En estas otras películas, los obreros no salen tan ordenados ni bien vestidos. Se aprecia que, en estas versiones más naturales, los obreros no estaban avisados. Para la definitiva, los hermanos Lumière decidieron preparar mejor la escena y se preocuparon de que nada fallara.

Las películas de los hermanos Lumière no cuentan con un lenguaje cinematográfico desarrollado, a eso llegaremos mucho después. Se trata de un único plano general, el cual registra una escena cotidiana que nada tienen tampoco de narrativa. Son escenas cotidianas, en la propia casa de los Lumière, en las calles de Lyon, y pronto, alrededor de todo el mundo, pues los Lumière enviaron corresponsales a multitud de rincones, cada uno con su cinematógrafo, para que registraran momentos cotidianos de la vida en el extranjero, pudiendo dar a conocer al mundo como eran las personas, costumbres y formas de vida de ciudades a las que nunca viajarían y las que, si no es por el cinematógrafo, nunca habrían conocido.

El regador regadoNo podemos negar el gran valor documental de todas estas películas, cuyas proyecciones generaban un gran interés. Y es que, hoy en día, no podemos ni imagina, la emoción que para la gente de aquella época generaba ver esos periplos de interés etnográfico y geográfico – las gentes de Marruecos, la India o el Congo- o como se sorprendían los primeros espectadores que, según cuentan, corrían despavoridos de la sala convencidos de que el tren de LArrivée dun train á La Ciotat los atropellaría.

Aunque también tienen alguna película con un mínimo argumento, como es el caso de L’Arroseur arrosé, en la cual, un jardinero es regado con su propia manera por un joven bromista. Aquí si hay una historia, un argumento, algo más que un simple momento familiar.

En definitiva, aunque muy lejos quedan las películas de los hermanos Lumière de ser consideradas cine, sí que contribuyeron a que éste se originara y, gracias a ellos, podemos disfrutar hoy en día de este gran arte. Realizaron, literalmente, centenares de películas y durante años las presentaron a un público entusiasta, cautivado, por el simple hecho de que las imágenes se movieran, y la curiosidad de conocer vidas lejanas. Fue la primera explotación comercial exitosa del medio.

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