Ya sabemos que toda obra audiovisual necesita tanto el sonido como las imágenes que lo componen. Pero a veces menospreciamos la parte sonora de una película porque sólo nos centramos en lo que nos entra por los ojos. Sin embargo, debemos saber que ninguna película sería lo que es sin un buen diseño de sonido y una banda sonora que complemente y dé emoción a la parte visual.

Hoy queremos homenajear a cinco bandas sonoras que nos han dejado huella, melodías que cuando escuchamos sus primeras notas inmediatamente visualizamos a las imágenes con las que se corresponden.

El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)

Es un grande entre los grandes, todo un clásico en la historia del cine, con un relato absorbente y un Marlon Brando que borda su personaje. Pero, ¿qué decir de su banda sonora? A parte de que representa uno de los grandes hitos de la música cinematográfica y que sus temas principales han alcanzado una popularidad inimaginable, inmortalizando para siempre a Nino Rota; la partitura para la película encarna perfectamente los tres aspectos de básicos en los que se sustenta la trama: la tradición, el amor y el miedo. Además, uno de los grandes aciertos de la banda sonora fue el identificar a la figura del Padrino con un vals. El tema se repite a lo largo de la película, siempre que hay un tiroteo, una muerte o alguien resulta herido, en clara identificación del sello de identidad de la familia, sonando a veces melancólico, triste y elegíaco, otras veces dulce y romántico o incluso siniestro.

Gladiator (Ridley Scott, 2000)

Por mucho que te alces y recites aquello de “Mi nombre es Máximo Décimo Meridio, comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Félix, leal sirviente del único emperador Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada, y juro que me vengaré en esta vida o en la otra” como si fueses tu y no Russell Crowe el que está en la mismísima arena del Coliseo, tienes que admitir que se te asoman las lagrimillas cuando escuchas la melodía de Now We Are Free y sabes que se acerca el final. Porque aunque se haya convertido en una película inmortal, el trabajo que hace Hans Zimmer junto a Lisa Gerrard es de esa clase de música que te deja la piel de gallina incluso tiempo después de haberla escuchado.

Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001)

Es una de esas películas que deja su huella, ya sea amándola u odiándola. Te puede fascinar la estética, la utilización del color, el mundo de ensueño creado por la protagonista o, en cambio, te puede parecer frívola, saturante y hacer que desarrolles una animadversión total hacia los gnomos de jardín. En cualquiera de los casos, su banda sonora no te deja indiferente. Yann Tiersen aporta frescura a través de su música al hilarante mundo de Amélie y musicaliza a la perfección cada una de las emociones de la joven. Se ha llegado a decir que es una música tan bien construida que, nada más oír el acordeón, la mente empieza a vagar por las calles de París, a la vez que se forman imágenes repletas de colores en la cabeza, como un cuadro impresionista. Una frase que define muy bien esta banda sonora.

El Señor de los Anillos (Peter Jackson, 2001)

Da igual si tu género no es la fantasía épica o te aburra ver elfos, enanos y demás, da igual si eres fan o no de la adaptación de la novela de Tolkien. Da todo igual porque puedes cerrar los ojos durante toda la película y disfrutar del placer sensorial que es la banda sonora de esta película. Una partitura de altísimo nivel, de carácter clásico y fuertemente marcada por el enfrentamiento entre crudeza y romanticismo. Y que presenta una unidad sólida, pese a la tremenda variedad de registros que muestra. Ya que Howard Shore compuso temas para cada una de las razas, personajes y lugares de la Tierra Media, estableciendo conexiones ocultas y mostrando presagios escondidos en sus relaciones musicales. Estamos ante una composición gigante que pasará a la historia del cine como una de las bandas sonoras más completas y complejas.

Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000)

Para finalizar, queríamos hacer mención a la desgarradora composición de la banda sonora a cargo de Clint Mansell, y donde destaca la interpretación del Kronos Quartet. Pese que muchos la tachan de ser una obra sobrevalorada y dicen que su planteamiento estético y moral es perverso, otros la alaban como un impresionante experimento visual que sumerge al espectador en el descenso a los infiernos más aterrador jamás proyectado. Nosotros pensamos que si alguien es capaz de aguantar los seis minutos y pico de Lux Aeterna, tema central de película, sin intranquilizarse o sentir al menos un poco de escalofríos… es que está hecho de otra pasta…